domingo, 26 de enero de 2014

Agustín Rossi: Una vez más, política versus corporaciones. Algunas reflexiones sobre la coyuntura económica y política nacional.

En política y economía los hechos nunca son aislados ni se explican desde una única dimensión. Son fenómenos complejos, que requieren una mirada amplia que intente una respuesta al interrogante "¿por qué pasa lo que pasa?". Por eso a los hechos conviene situarlos en el tiempo y en el espacio. Y advertir cuáles son los condicionantes de cada situación en particular.  
 
Lo que viene sucediendo por estas horas en el terreno de la economía nacional nos exige una reflexión profunda, que intente ir más allá de los acontecimientos particulares y nos permita una aproximación más certera.  
 
Seríamos necios si intentamos explicar exclusivamente desde la economía lo que está pasando en estos días. Por el contrario, si pretendemos entender mejor lo que pasa es necesario analizar los movimientos económicos como resultante de la permanente puja de la política (en tanto representación del interés general) con el poder corporativo en la Argentina.  
 
Las políticas económicas terminan siendo en definitiva la expresión de una puja de poder, una disputa por la hegemonía a la hora de fijar los objetivos y las reglas de juego que imperan en un determinado momento histórico.  
 
Por eso considero que para entender mejor lo que está pasando por estas horas hay que remontarse necesariamente a octubre de 2011.  
 
La ortodoxia económica suele atribuir a la incertidumbre política todos los males. Sin embargo, en el año donde mayor certidumbre política hubo, habida cuenta de la ratificación rotunda del liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner, se fugaron de la economía 23.000 millones de dólares.  
 
Es más, esta fuga tuvo entre los meses de agosto y octubre sus niveles más elevados. Entre agosto (fecha de las primarias abiertas) y octubre (elecciones generales), se fugaron en promedio 3.000 millones de dólares por mes.  
 
¿Por qué habiendo tanta certidumbre política hubo tanta fuga de dólares? La respuesta la dio la mismísima Presidenta de la Nación meses más tarde, en una entrevista concedida a Jorge Rial: detrás de esa corrida "hubo un intento de ponerle condiciones a un gobierno que había ganando con el 54 por ciento de los votos". 
 
No era la primera vez que le pasaba esto al kirchnerismo, de hecho Alfredo Zaiat describe pormenorizadamente en su libro "Economía a contramano" las seis corridas sufridas entre 2007 y 2011. La primera de ellas se dio entre julio y octubre de 2007, cuando todos aseguraban el triunfo de Cristina en primera vuelta electoral. Los sectores concentrados de la economía y el sistema financiero querían ponerle condiciones al poder político ungido por el voto popular. O sea: la historia volvía a repetirse después de 4 años.  
 
Volviendo al contexto posterior a las presidenciales de 2011, ante la salida de divisas sufrida en los primeros diez meses del año el gobierno nacional dispuso una serie de medidas tendientes a restringir la fuga y administrar las restricciones externas sin enfriar la economía ni aplicar políticas de ajuste. A mitad del 2012, días después de la recuperación de YPF, nuevamente la cuestión del tipo de cambio volvió a instalarse en el debate económico a partir de las restricciones al atesoramiento en moneda extranjera. Por esos días, desde la Corriente Nacional de la Militancia advertimos que “detrás de la cuestión del dólar hay un claro intento de las corporaciones económicas para forzar una devaluación abrupta del tipo de cambio”. Como vemos, el tema no empezó ayer ni mucho menos.  
Sin embargo, a pesar de todas las zancadillas tendidas por los poderes económicos a un proyecto político recientemente legitimado en las elecciones, nuestro gobierno continuó aplicando medidas de fuerte impacto. Hagamos un repaso de algunas de ellas.  
Modificamos la Carta Orgánica del Banco Central, ratificando la decisión de utilizar reservas de libre disponibilidad para el pago de deuda externa y ampliando los roles de la autoridad monetaria para favorecer la producción y el empleo.
 
Recuperamos YPF, para volver a tener el control estatal de nuestra principal empresa petrolera y evitar que Repsol siga fugando sus ganancias de la Argentina para equilibrar los desequilibrios de su casa matriz.   Administramos el comercio exterior evitando importaciones innecesarias y volcando el crédito productivo a proyectos que promuevan la industria sustitutiva (Créditos del Bicentenario y línea de financiamiento productivo para pymes incentivada por el Banco Central).  
Lanzamos el Plan Pro.Cre.Ar., concientes de que la economía nacional requería una fuerte apuesta por sostener la actividad de la construcción y generando el mecanismo más innovador en materia de crédito hipotecario de las últimas décadas.  
 
Sostuvimos las negociaciones paritarias, con incrementos salariales por encima del incremento de precios. Mantuvimos los dos incrementos anuales de los haberes jubilatorios previstos en la Ley de Movilidad. Incrementamos los montos percibidos por los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y las Asignaciones Familiares.  
 
En síntesis: tratamos de enfrentar la restricción externa con una combinación de restricciones al atesoramiento en dólares, la administración del comercio exterior, el impulso de nuestras exportaciones con valor agregado y la recuperación del protagonismo estatal en sectores claves (por ejemplo, hidrocarburos) sin recortar ni suspender los avances en la política de distribución del ingreso. Aplicamos una batería de medidas heterodoxas convencidos de que debíamos sostener el nivel de actividad económica para no afectar el empleo. No es casual entonces que hayamos logrado incrementos del PBI en los años 2012 y 2013 (en un contexto internacional muy complejo) y que hayamos llegado a una desocupación menor al 7%.  
 
Sin embargo, las presiones de los sectores concentrados de la economía no cesaron y encontraron en el contexto
electoral del 2013 una excelente oportunidad para que muchos digan en voz alta lo que ellos piensan en la oscuridad. Dirigentes políticos, economistas y periodistas opositores, entre otros, cumplieron la tarea a la perfección.    
 
A pesar de todas las especulaciones y rumores que tejieron las corporaciones, la Presidenta de la Nación decidió en noviembre pasado una serie de modificaciones en la composición del gabinete para encarar los nuevos desafíos, convocando a Jorge Capitanich para la Jefatura de Gabinete y a Axel Kicillof en Economía. ¿Qué se hizo desde que Cristina decidió el recambio en la tercera semana de noviembre? Vale la pena destacar algunas cuatro acciones fundamentales.  
 
-La nueva conducción de la Secretaría de Comercio viene trabajando en nuevos acuerdos de precios con cadenas de supermercados y empresas proveedoras. Se está avanzando con los distribuidores mayoristas, cadenas de supermercados regionales y los representantes de origen asiático, además de federalizar la cobertura de los precios pautados.  
 
-El Jefe de Gabinete sostuvo durante el mes de enero una serie de reuniones con representantes de diversas cadenas de valor en vistas a firmar convenios en el mes de febrero con la finalidad de incrementar el volumen de exportaciones, sustitución de importaciones, fomentar el empleo y reducir la informalidad laboral.  
 
-Tras haber avanzado en octubre en un acuerdo con el CIADI, se avanzó en la posibilidad de un acuerdo con el Club de París. El Ministro de Economía mantuvo recientemente encuentros con la conducción del organismo y fijó bajo qué condiciones se puede caminar hacia un acuerdo definitivo.  
 
-Más recientemente, la Presidenta lanzó el Programa PROGRESAR destinado a mejorar los niveles educativos de 1.550.000 jóvenes a partir de un incentivo económico mensual de $ 600. Este medida complementa decisión de inclusión social fundamentales como la AUH y la Asignación por Embarazo.  
 
Es en este marco, con el gobierno nacional buscando articular cadenas de valor, acotar las expectativas inflacionarias, acordar con nuestros acreedores y favorecer mayores niveles de inclusión social, en el que hay que entender lo que pasó con el dólar esta semana. 
 
Sin lugar a dudas, lo que se dio en las últimas horas fue una fenomenal presión sobre el tipo de cambio con la finalidad de fijar el dólar cercano a los $ 13 (trece pesos). Esa operación económica fue debidamente planificada y puesta en funcionamiento por los mismos sectores económicos que vienen presionando por una devaluación brusca del tipo de cambio desde el año 2007. Las acciones del CEO de la empresa petrolera Shell impulsando una compra de dólares a un precio muy superior a la cotización del momento es una demostración de que el poder económico ya dejó las sutilezas de lado y está dispuesto a todo. No estaba equivocado Néstor Kirchner cuando en marzo de 2005 pidió a los argentinos que “no le compren ni una lata de aceite” a Shell.  
 
El objetivo de estos sectores es el mismo de siempre: generar incertidumbre económica que se traduzca en desgaste político para el gobierno nacional. Siempre lo digo: el poder corporativo en la Argentina busca sistemáticamente debilitar a los gobiernos con la finalidad de imponerle sus condiciones. Lo intentaron con la resolución 125; en la coyuntura de debate de la estatización de las AFJP; en enero de 2010 cuando se avanzó en el pago de deuda externa con reservas del BCRA.  
 
Ante este fenomenal golpe de mercado el gobierno reacciona activando todos los mecanismos destinados a generar certeza y previsibilidad. En primer lugar, poniendo un coto a la maniobra especulativa sobre el tipo de cambio. Recordemos: la ambición de estos sectores es un dólar a 13 pesos. Por eso, el gobierno nacional ha buscado en las últimas horas un nuevo valor de referencia, cercano a los 8 pesos. A su vez, el Jefe de Gabinete y el Ministro de Economía acaban de anunciar una flexibilización de las restricciones para el atesoramiento en dólares.  
 
Una vez más, el gobierno está demostrando reacción ante las presiones corporativas y no duda en articular todas las herramientas necesarias para frenar la voracidad de los sectores que siempre se han enriquecido a partir del esfuerzo de los argentinos.  
 
Pero no debemos perder de vista que estamos ante una puja política con los sectores económicos. Los que están detrás de esta operación económica desestabilizadora vienen por todo. Impulsaron una devaluación y ahora dicen “no alcanza”. Querían eliminar el cepo y ahora dicen “no alcanza”. ¿Qué quieren en realidad? Forzar al gobierno a un ajuste del gasto público.  
 
Debemos leer entre líneas lo que algunos economistas del establishment vienen planteando por estas horas acerca de que la cuestión de fondo no es el dólar ni el cepo sino la inflación. No nos equivoquemos: a los sectores económicos que representan no les interesa el precio del pan, la leche o el tomate. Quieren un ajuste del gasto, la eliminación de subsidios, la liberación de las tarifas y el congelamiento de las políticas de ingreso como jubilaciones y asignación por hijo.   
 
En síntesis, quieren volver al pasado y quieren llevar al pueblo argentino al punto desde el cuál arrancamos en el 2003. Siempre lo digo: Néstor Kirchner podría haber mantenido las condiciones económicas vigentes post salida de la convertibilidad, esto es, dólar alto y salarios bajos. Todo lo que hicimos en estos casi 11 años de gobierno fue, básicamente, intentar otro camino donde los argentinos podamos volver a aspirar a un país con posibilidades para todos.  
 
Como dijo la Presidenta, la igualdad es una utopía. Y vale la pena recordar a Galeano: cuanto más nos acercamos a la utopía, más parece alejarse. Por eso, no es casual que estemos tratando de incluir a miles y miles de jóvenes que aún no tienen todas las posibilidades de progreso que se merecen. Queremos seguir achicando esa distancia que nos separa de un país donde todos tengamos los mismos derechos y posibilidades.  
 
Los que están detrás de esta movida desestabilizadora no quieren un país de iguales. Quieren volver a la Argentina del 24 % de desocupación, del 57 % de pobres, del 35 % de indigentes, del 40 % de los adultos mayores excluidos socialmente. En esa Argentina se sienten cómodos. Tenemos que evitarlo, estando junto a nuestra Presidenta, poniendo todo lo que hay que poner para sostener la esperanza de la enorme mayoría del pueblo argentino

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