domingo, 26 de enero de 2014

Retenciones al agro y modelos de país

almenaraVuelven las patronales sojeras a amenazar con los cortes de ruta. Piden baja en las retenciones a la exportación de cereales.

Otro análisis merecerá la carencia de legitimidad de medidas semejantes, la violencia que sufre por ellas el conjunto de la población y el daño causado al país en 2008 que, de ningún modo, podemos dejar que se repita.

Además, subyace en este reclamo el debate por la Argentina que queremos. Es el debate de siempre, el inconcluso, el que viene desde lo profundo de nuestro historia, el del puerto o el país integrado, el del campo o la industria.

Desmoraliza ver la precariedad del sector agropecuario y la dirigencia política que le hace de claque. Defiende el primitivo modelo agroexportador pero lo hacen con una pobreza argumental lamentable. Ellos, con los medios concentrados, son el poder y en esa condición nunca necesitaron razones convincentes, sin embargo, los conservadores argentinos han tenido muy buenos polemistas. No es el caso.

Hemos visto recientemente a Sergio Massa, la nueva esperanza blanca de la oligarquía argentina, rindiendo pleitesía a los sojeros como antes hizo Cobos, Sánz, Binner, Macri. Una lástima que la mayor parte de los políticos opositores subsuman su propuesta al modelo de una Argentina excluyente.

Veamos por qué las retenciones son necesarias para que nuestro país esté integrado y tenga producción industrial.

Argentina tiene una economía diversa y ojalá cada día lo sea más. Una parte de su producción, sin embargo, tiene una productividad extraordinaria, a la vanguardia mundial: la producción agropecuaria de la pampa húmeda. Dejamos para otra ocasión quién debe quedarse con una renta extraordinaria fruto del territorio común y no de ningún mérito particular de quienes la laboran.

Los niveles de productividad de esas actividades no tienen parangón con ninguna otra realizada en nuestro territorio.

Supongamos un Estado mínimo que no interviene en el comercio internacional. ¿Qué pasaría en ese caso?

Soja, mucha sojaHabría condiciones de absoluta libertad de mercado. Se vendería soja, mucha soja, algunos otros cereales y oleaginosas, algo de ganado. Argentina sería sumamente competitiva en esos productos. Ingresarían muchos dólares por esas ventas.

Pensemos en otras producciones: economías regionales e industria. ¿Podría Argentina competir igualmente?

Casi cualquier producto industrial que nos imaginemos, siempre tendremos un proveedor internacional que lo hace más barato. Con la producción agrícola de las economías regionales pasaría lo mismo. Basta hacer memoria de la década de los noventa (para quienes tengan edad para hacerlo) para recordar las aceitunas españolas, los duraznos griegos en las góndolas de supermercados de Mendoza. ¿Es que Mendoza no produce aceitunas o duraznos? ¿Tan zonzos seremos los mendocinos que conviene traer aceitunas españolas?

Claro que no.

Aldo Ferrer describe muy bien lo que llama la “enfermedad holandesa”. Sería más o menos lo siguiente: cuando Holanda descubre petróleo en el Mar del Norte, comienza su extracción y exportación. Ello le produce un flujo enorme de dólares hacia su país, en un régimen de “flotación limpia”, los dólares que ingresan hacen bajar el precio de la divisa. Pongamos un ejemplo hipotético, un dólar pasaba de costar 10 Florines a 5 Florines. Holanda fabricaba lámparas de la Philips que vendía en el mercado internacional a U$S 2 cada una. Tenían de costo 12 Florines. Antes de la revaluación, su ingreso era de 20 Florines y tenía una ganancia de 8 Florines, luego de la revaluación su ingreso es de 10 Florines y tiene pérdida. Philips queda fuera de competencia internacional.

La “enfermedad holandesa” o también “maldición de los recursos naturales” consiste en la fuerte desindustrialización que se produce en países con alta dotación de recursos que, a falta de políticas estatales de intervención, lleva a erosionar cualquier actividad económica excepto aquella estelar, principal.

Es algo similar a lo que pasaría en Argentina sin retenciones e intervención estatal. La única actividad rentable sería la producción en la pampa húmeda. El viejo planteo de que la “ventaja comparativa” argentina debe ser la fuente de su economía.

Ese modelo deja fuera tres cuartas partes de nuestra población. Es el que puja por volver.

Por si fuera poco, la actividad en que Argentina destaca es la producción de alimentos, por ello, eliminar las retenciones aumentaría en términos reales y estructurales los precios de todos los alimentos.

El modelo agroexportador destruye industria y economías regionales. No a la inversa. Un modelo de promoción industrial y regional permite una economía diversificada que respeta niveles de productividad diferenciales. Y permite una producción granaria también pujante. Para ello se necesita retenciones y otro tipo de intervención estatal.

Asentada la legitimidad y necesariedad de las retenciones el quantum depende de una aceitada, honesta y comprometida administración del comercio que deberá tener flexibilidad para dar cuenta de ambientes cambiantes. Pero ello nos pone de cara a otro problema pendiente: la mejora de la gestión, o, en palabras de la presidenta, la sintonía fina.

c.almenara@hotmail.com

Publicado en Pensamiento Crítico

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